El lenguaje es la posesión más valiosa del hombre, y la capacidad de desarrollarla e incrementarla, es de su absoluta exclusividad. Gracias a esta característica, el hombre primigenio pudo sobrevivir en circunstancias muy adversas. Resulta válido sostener que el lenguaje constituye el principal medio de comunicación entre los seres humanos, así como su principal recurso para incidir en el mundo que lo rodea.
Tanto el lenguaje oral como el escrito son el resultado de un dilatado proceso evolutivo. Particularmente la expresión oral tardó muchos miles de años en adquirir la forma estilizada que nosotros heredamos. La evolución y perfeccionamiento del lenguaje escrito fue perceptiblemente un proceso más acelerado, pues sus mismas características propiciaron un ritmo casi galopante.
En efecto, los antropólogos suponen que el hombre hace su aparición sobre la tierra hace más de cien mil años, de los cuales pasa la casi totalidad comunicándose de manera oral; en tanto que la aparición de las formas gráficas es relativamente reciente. Generalmente se conviene que las formas más antiguas datan del quinto milenio antes de Cristo lo que le confiere gran juventud.
De acuerdo con estudios realizados en pueblos muy aislados de la civilización, resulta probable que el hombre primitivo se comunicara con sus semejantes mediante gestos y ruidos muy poco diferenciados de los emitidos por los demás animales. Su natural inteligencia le permite, no obstante, ir puliendo esos ruidos hasta transformarlos en las actuales palabras. Las primeras en adquirir su forma definitiva son, al parecer, las interjecciones - ah, oh, ay- con las que manifiesta sus estados anímicos y sentimientos de dolor, asombro, alegría, tristeza… Más adelante surgen los sustantivos que en principio no eran sino sonidos onomatopéyicos como jau – jau para denominar al perro y otras formas similares.
El ser humano es por naturaleza un ser social, cuya capacidad para comunicarse es tan grande como sus habilidades para el trabajo. Gracias a su peculiar capacidad comunicativa, ha podido alcanzar el grado de desarrollo científico, tecnológico y cultural que hoy disfruta. Su especial sentido de la interrelación, hace más eficaces las horas que destina al trabajo. Por otra parte, los requerimientos de sus actividades laborales lo compelen a refinar sus medios comunicativos. Este enorme potencial para desarrollar un trabajo productivo es, se puede decir, el fundamento de sus logros lingüísticos y culturales.
Ciertamente, hombres y mujeres no han permanecido toda su vida en la tierra dependiendo - como el resto de los animales - de una comunicación reducida a gruñidos, gestos y señales; sino que fueron pasando por estadios desconocidos para los seres irracionales: la danza, la pintura, señales a través de caracolas y muchos otros, hasta descubrir con mucho esfuerzo y persistencia el potencial del lenguaje verbal. El lenguaje oral se basa en el empleo de fonemas y morfemas que, dispuestos de diferentes formas, se convierten en los signos convencionales de la lengua, las palabras. Todo este proceso estuvo muy lejos de ser sencillo.
El ser humano tuvo que recorrer un largo camino para desarrollar y pulir su comunicación lingüística, pero gracias a eso organiza su pensamiento y lo hace eficaz. Ocurre en este punto un círculo beneficioso, pues con un pensamiento más amplio modifica y precisa sus recursos lingüísticos, mientras éstos inciden en una mayor capacidad de razonar. Las habilidades intelectuales así desarrolladas exigen la formación de nuevos vocablos para designar realidades antes no percibidas, y así hasta el infinito.
Es preciso destacar que la comunicación entre los seres humanos fue durante mucho tiempo solo oral. Sin embargo, y pese a las grandes ventajas que este sistema reporta, el hombre se da cuenta de que su vida práctica daría un giro sustancial si pudiera dejar constancia concreta de sus experiencias cotidianas. Llega a comprender que “las palabras se las lleva el viento”, como dirían los griegos más tarde. Así que la búsqueda comienza nuevamente, y lo que se conocerá como escritura se irá estructurando lentamente hasta su consolidación final.
Desde casi tres siglos antes de Jesucristo, los griegos asumían la superioridad del lenguaje escrito respecto al lenguaje oral. El objeto de la gramática, sostenían, era impedir las incorrecciones que se cometían en la comunicación verbal. Sin embargo, en la actualidad, los gramáticos estructuralistas le confieren supremacía al lenguaje oral. Saussure afirma que la palabra hablada es la que constituye por sí sola el objeto de estudio de la lingüística.
Por otra parte, es necesario poner de relieve que los avances logrados en las telecomunicaciones permiten que el ser humano se desempeñe cada vez con mayor eficiencia. El internet, el correo electrónico, la telefonía móvil, la televisión por cable y otros recursos que las nuevas tecnologías ponen al alcance de todos, constituyen maneras diversas de acceder a información al instante.
Las denominadas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) hacen posible el acceso directo e instantáneo a datos que en tiempo reciente tomaba días y días de lectura en una biblioteca. Las TIC no solo hacen posible la interrelación inmediata entre personas que están a miles de kilómetros de distancia, sino que les permite compartir música, videos, películas; estar al tanto de eventos ocurridos en los teatros más prestigiosos del mundo o en las salas de conferencias ubicadas en puntos muy lejanos de la geografía terrestre. De aquí que el mundo en que nos ha tocado vivir se conozca como la sociedad del conocimiento.
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