La Comunicación Humana
El ser humano es
un ente comunicativo por excelencia. Gracias a su capacidad para expresarse y
escuchar, ha podido alcanzar el grado de desarrollo científico, tecnológico y
cultural que hoy disfruta. Sus habilidades para interrelacionarse hacen más y más eficaces las horas que destina al trabajo, y los requerimientos de sus labores a su vez lo compelen a refinar sus medios comunicativos. El enorme potencial para desarrollar un trabajo productivo podría decirse que es el fundamento de sus logros lingüísticos y culturales.
cultural que hoy disfruta. Sus habilidades para interrelacionarse hacen más y más eficaces las horas que destina al trabajo, y los requerimientos de sus labores a su vez lo compelen a refinar sus medios comunicativos. El enorme potencial para desarrollar un trabajo productivo podría decirse que es el fundamento de sus logros lingüísticos y culturales.
Ciertamente,
hombres y mujeres no han permanecido toda su vida en la tierra dependiendo como
el resto de los animales de gruñidos y actitudes agresivas o afectuosas para
comunicarse; sino que fueron pasando por la danza, la pintura, señales a través
de caracolas, de humo, y muchas otras formas de expresión, hasta descubrir
paulatinamente el enorme potencial de la comunicación lingüística, a cuyo
cultivo se dedican con esfuerzo y persistencia. Primero desarrollan la forma
verbal; luego buscan la manera de reproducir gráficamente las ideas con miras a
hacer más eficaces sus intercambios y contactos con otros seres humanos.
La humanidad,
pues, tuvo que recorrer un largo camino para desarrollar y pulir su
comunicación lingüística, pero gracias a su capacidad craneal, mayor que los
demás animales, organiza su pensamiento y lo hace eficaz. Ocurre en este punto
un círculo beneficioso, pues con un pensamiento más organizado modifica y
precisa sus recursos lingüísticos, mientras éstos inciden en una mayor
capacidad de razonar. Las habilidades intelectuales así desarrolladas exigen la
formación de nuevos términos para designar realidades antes no percibidas, y
así indefinidamente.
La comunicación
En su libro
Fundamentos de la Educación a Distancia, la autora Mirian Acosta Peralta (2012)
se refiere a la comunicación como intercambio de información con resultados
recíprocamente modificadores, de donde podemos colegir que una comunicación
efectiva tiene lugar cuando el emisor-receptor, se expone a ser influido por
las ideas y concepciones del interlocutor, sobre el cual potencialmente
ejercerá influencia. De esta manera cada participante en el circuito
comunicativo se enriquece y enriquece su entorno.
Ya se trate de
formas visuales, auditivas, sensoriales o verbales, los seres humanos emplean
la comunicación como expresión de sentimientos y emociones, como mecanismo para
proveer y proveerse de información, como instrumento de persuasión y
motivación, y hasta como forma de control de la conducta de otros individuos.
Por eso el proceso involucra afectos, valoraciones, esperanzas, expectativas,
además de las informaciones, según las reflexiones de Claude Shannon (1948) en
su teoría matemática de la comunicación.
La comunicación
puede ser sincrónica o asincrónica. Sincrónica cuando emisor y receptor
comparten vivencias o informaciones en tiempo real como ocurre en las
interacciones cara a cara o en las conversaciones telefónicas y entre
“chaters”; asincrónica cuando los interlocutores no coinciden al mismo tiempo
para el intercambio de impresiones, y, por tanto, mensaje y respuesta ocurren
en tiempo mediato. Esto da lugar a un diálogo virtual, una conversación
diferida, que puede tener o no idénticos resultados que una inmediata.
El lenguaje es
la posesión más valiosa del hombre, y la capacidad de desarrollarla e
incrementarla, es de su absoluta exclusividad. Gracias a esta característica,
el hombre primigenio pudo sobrevivir en circunstancias muy adversas. Resulta
válido sostener que el lenguaje constituye el principal medio de comunicación
entre los seres humanos, así como su principal recurso para incidir en el mundo
que lo rodea.
Tanto el
lenguaje oral como el escrito son el resultado de un dilatado proceso
evolutivo. Particularmente la expresión oral tardó muchos miles de años en
adquirir la forma estilizada que nosotros heredamos. La evolución y
perfeccionamiento del lenguaje escrito fue perceptiblemente un proceso más
acelerado, pues sus mismas características propiciaron un ritmo casi galopante.
En efecto, los
antropólogos suponen que el hombre hace su aparición sobre la tierra hace más
de cien mil años, de los cuales pasa la casi totalidad comunicándose de manera
oral; en tanto que la aparición de las formas gráficas es relativamente
reciente. Generalmente se conviene que las formas más antiguas datan del quinto
milenio antes de Cristo lo que le confiere gran juventud.
De acuerdo con
estudios realizados en pueblos muy aislados de la civilización, resulta
probable que el hombre primitivo se comunicara con sus semejantes mediante
gestos y ruidos muy poco diferenciados de los emitidos por los demás animales.
Su natural inteligencia le permite, no obstante, ir puliendo esos ruidos hasta
transformarlos en las actuales palabras. Las primeras en adquirir su forma
definitiva son, al parecer, las interjecciones - ah, oh, ay- con las que
manifiesta sus estados anímicos y sentimientos de dolor, asombro, alegría,
tristeza… Más adelante surgen los sustantivos que en principio no eran sino
sonidos onomatopéyicos como jau – jau para denominar al perro y otras formas
similares.
El ser humano es
por naturaleza un ser social, cuya capacidad para comunicarse es tan grande
como sus habilidades para el trabajo. Gracias a su peculiar capacidad
comunicativa, ha podido alcanzar el grado de desarrollo científico, tecnológico
y cultural que hoy disfruta. Su especial sentido de la interrelación, hace más
eficaces las horas que destina al trabajo. Por otra parte, los requerimientos
de sus actividades laborales lo compelen a refinar sus medios comunicativos.
Este enorme potencial para desarrollar un trabajo productivo es, se puede
decir, el fundamento de sus logros lingüísticos y culturales.
Ciertamente,
hombres y mujeres no han permanecido toda su vida en la tierra dependiendo -
como el resto de los animales - de una comunicación reducida a gruñidos, gestos
y señales; sino que fueron pasando por estadios desconocidos para los seres
irracionales: la danza, la pintura, señales a través de caracolas y muchos
otros, hasta descubrir con mucho esfuerzo y persistencia el potencial del
lenguaje verbal. El lenguaje oral se basa en el empleo de fonemas y morfemas que,
dispuestos de diferentes formas, se convierten en los signos convencionales de
la lengua, las palabras. Todo este proceso estuvo muy lejos de ser sencillo.
El ser humano
tuvo que recorrer un largo camino para desarrollar y pulir su comunicación
lingüística, pero gracias a eso organiza su pensamiento y lo hace eficaz.
Ocurre en este punto un círculo beneficioso, pues con un pensamiento más amplio
modifica y precisa sus recursos lingüísticos, mientras éstos inciden en una
mayor capacidad de razonar. Las habilidades intelectuales así desarrolladas
exigen la formación de nuevos vocablos para designar realidades antes no
percibidas, y así hasta el infinito.
Es preciso
destacar que la comunicación entre los seres humanos fue durante mucho tiempo
solo oral. Sin embargo, y pese a las grandes ventajas que este sistema reporta,
el hombre se da cuenta de que su vida práctica daría un giro sustancial si
pudiera dejar constancia concreta de sus experiencias cotidianas. Llega a
comprender que “las palabras se las lleva el viento”, como dirían los griegos
más tarde. Así que la búsqueda comienza nuevamente, y lo que se conocerá como
escritura se irá estructurando lentamente hasta su consolidación final.
Desde casi tres
siglos antes de Jesucristo, los griegos asumían la superioridad del lenguaje
escrito respecto al lenguaje oral. El objeto de la gramática, sostenían, era
impedir las incorrecciones que se cometían en la comunicación verbal. Sin
embargo, en la actualidad, los gramáticos estructuralistas le confieren supremacía
al lenguaje oral. Saussure afirma que la palabra hablada es la que constituye
por sí sola el objeto de estudio de la lingüística.
Por otra parte,
es necesario poner de relieve que los avances logrados en las
telecomunicaciones permiten que el ser humano se desempeñe cada vez con mayor
eficiencia. El internet, el correo electrónico, la telefonía móvil, la
televisión por cable y otros recursos que las nuevas tecnologías ponen al
alcance de todos, constituyen maneras diversas de acceder a información al
instante.
Las denominadas
Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) hacen posible el acceso
directo e instantáneo a datos que en tiempo reciente tomaba días y días de
lectura en una biblioteca. Las TIC no solo hacen posible la interrelación
inmediata entre personas que están a miles de kilómetros de distancia, sino que
les permite compartir música, videos, películas; estar al tanto de eventos
ocurridos en los teatros más prestigiosos del mundo o en las salas de
conferencias ubicadas en puntos muy lejanos de la geografía terrestre. De aquí
que el mundo en que nos ha tocado vivir se conozca como la sociedad del
conocimiento.
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